Contradicciones cómicas. Vivir de la comedia y morir de hambre.

En una reciente visita a mi ciudad natal quedé con un amigo de la infancia al que hacía años que no veía. Después de ver el paso del tiempo en nuestras respectivas alopecias, recordar amigos en común y anécdotas adolescentes que justificaron mi emigración, mi amigo me preguntó: ¿Se puede vivir de la comedia?
Ignoro si su intención era que me deprimiera y me fuera a casa o que yo invitara a la siguiente ronda, pero le contesté como si me hubiera preguntado Jesús Quintero.
No se vive de la comedia. Se vive para la comedia.
Con alcohol sonó más gracioso.